miércoles, 2 de septiembre de 2009

Vagones

Odio a los que tocan en el metro. Siempre he pensado que acaban con la libertad de no querer escuchar música o de escuchar la que uno quiera. Sin embargo, la semana pasada, en un vagón lleno de gente mustia por no estar de vacaciones, subió un brasileño a tocar Color Esperanza de Diego Torres... y me tocó la fibra. Dijo que si no teníamos dinero, también podíamos colaborar con una sonrisa, pero yo decidí buscar unas monedas en mi monedero. Lamentablemente sólo se pudo llevar una sonrisa.
Esta noche al volver del trabajo había en el tren un hombre tocando la quena andina (ese instrumento que parece una colección de muñecas rusas de flautitas de madera). Como yo tenía los cascos puestos no fuí capaz de escuchar ni lo que tocó ni lo que dijo. Una chica sentada frente a mí, le dío unas monedas, además de una sonrisa. La muchacha en cuestión iba bien vestida, cosmopolitan-mente vestida... era bastante guapa. No sé si por ello fue que me sorprendió más ver cómo empezaba a llorar disimuladamente. Tuvo que bajar en la siguiente parada.



0 comentarios: