El amor, ese niño regordete y alado, aficionado a los malabares, que con los ojos vendados juega con corazones como el tuyo y el mío, ha vuelto arrepentido a recompensarme por tantas veces que mi corazón de sus pequeñas y diabólicas manos se le cayó. Te trajo a mi vida y con eso sus deudas saldó.
Ahora el problema es otra parte de mi anatomía: ¡la cabeza! Se ha empeñado en hacer de enfermera de su cardiocompañero. Vive y duerme botiquín en mano.
Amordacemos a esta paranoica que de tanto pensar se ha tenido que quedar loca. Tan sólo necesito de tu respiración hablándole a mis latidos para hacer sus reclamos callar.
Quiero elevar los pies del suelo otra vez. Me enamora tu mente, me inspira tu corazón y me gana tu sonrisa. Sé tu mi Peter Pan, que esta Wendy jamás querrá a este mundo sin tí regresar.