lunes, 27 de abril de 2009

Ultracongelada

Un gran charco de agua. Dejé la puerta del congelador abierta por accidente. Todo se ha ido derritiendo, pero yo, sin embargo, sigo sin sentirme las emociones. ¿Dónde están los sonrojos y los nervios a flor de piel? ¿Qué ha sido de las mariposas en el estómago y los pájaros en la cabeza? ¿Dónde está mi Yo fresco y suicida? Es hora de escoger entre la conservación y la vida.

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